jueves, 9 de agosto de 2007

Profe Moncayo


INTERIORIZANDO A MONCAYO

ESTUDIANTES LOGRAN PALABRAS EXCLUSIVAS DEL PROFESOR MONCAYO

Estudiantes de la Universidad Externado de Colombia logran completo informativo acerca del desenlace de la caminata del profesor Gustavo Moncayo y revelación de sus más sinceros sentimientos acerca de la actualidad nacional.

Por: Sandra Milena Rueda Navarro

“He vencido la indiferencia, he ayudado a la concientización del pueblo”, estas fueron las primeras palabras emitidas por el profesor Moncayo desde Silvania (Cundinamarca), en un ambiente tranquilo y en una conversación amena y lo más importante: sincera.
Estudiantes de Comunicación Social y Periodismo que llegaron desde Bogotá en búsqueda de unas palabras de este personaje, inesperadamente lograron sostener con Moncayo una entrevista por más de 20 minutos. El “profe” en este video se muestra abriendo sus sentimientos y expresando sus ideales con respecto a la actual problemática del país.
El “Plan B” fue uno de los temas a tratar por Moncayo, asegurando que cabría la posibilidad de caminar hasta Venezuela, pero no sin antes agotar todas las posibilidades existentes durante su estadía en la Plaza de Bolívar de Bogotá.
Sin duda alguna la posición de Moncayo con respecto a la realidad social del país se opone a las acciones de guerra y seguridad desarrolladas por el presidente Álvaro Uribe durante sus seis años de mandato.
Posteriormente, en el trabajo de los estudiantes se presenta la entrada triunfal de Moncayo a la Plaza de Bolívar en Bogotá, su punto de llegada y lugar donde multitud de capitalinos lo esperaban apoyándolo, la gran mayoría, con su objetivo de lograr el Acuerdo Humanitario.
En su discurso de más de una hora el profesor toca puntos generales de las dificultades por las que atraviesa el país, como lo son la falta de generación de empleo, la guerra y por supuesto: el secuestro.
Además, Moncayo expresa una crítica, tanto en sus palabras desde Silvania como en su discurso en la llegada a Bogotá, referida a los innumerables derechos violados al pueblo, al miedo que hay en la gente por levantar su voz, y así mismo por el impedimento a la huelga que exista en el país.
Con esta voz de protesta, el nariñense que caminó durante 46 días, en pro de la liberación de su hijo que, como su padre pronuncia: lleva “diez años pudriéndose en la selva”. Invita a todos los colombianos a no perder la esperanza y, principalmente, a hacer todo lo posible por las cosas que podemos luchar.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Plaza de Bolívar

Drásticos cambios en el centro histórico nacional

EXCESOS EN LA SEGURIDAD DE LA PLAZA DE BOLÍVAR

Sandra Milena Rueda Navarro

“Colombianos: las armas os han dado independencia, las leyes os darán libertad”

A su alrededor, sitios históricos como el Palacio de Justicia, la Alcaldía Mayor de Bogotá o la Capilla del Sagrario; cantidad de palomas añaden un toque al ambiente cultural del sitio, turistas y transeúntes disfrutan de la calidez y cultura reflejada allí.

Se trata de la Plaza de Bolívar, uno de los más importantes centros históricos del país, sitio de reunión de protestas urbanas y llegada de las multitudinarias marchas del día del trabajo cada primero de mayo; además, centro cultural de muestras musicales y artísticas en general, y lo más importante, lugar público, concurrido y tradicional.

Hoy una nueva inquietud invade a aquellos que hacen de la Plaza de Bolívar un lugar propio y de admirar, otros que subsisten de su trabajo diario en el lugar del que hicieron una nueva oportunidad de vida. Nuevos implementos en la supervisión diaria de la Plaza afectan actualmente a vendedores, turistas, manifestantes, entre otros.

No solo se divisan nuevos elementos de seguridad en cámaras ubicadas en varios puntos alrededor de la plaza, sino por el contrario, se han ubicado la mayoría del tiempo vallas que bordean el costado oriental; algunas personas y vendedores ambulantes afirman que los miembros del ESMAD permanecen a diario en la plaza.

“Solo por egoístas”, expresa Yahir Gutiérrez, poeta e historiador que actualmente vive de su único ingreso al vender poemas y dar instrucciones a los turistas en la Plaza de Bolívar. Su desempeño se ha visto truncado por el impedimento de los agentes del ESMAD que intentan desplazarlo de los lugares en que se desenvuelve.

Este personaje cuestiona la frase grabada en el frente del Palacio de Justicia, original de Francisco de Paula Santander que dice: “Colombianos las armas os han dado independencia, las leyes os darás libertad”.

¿En verdad se ha logrado independencia? en su vivencia personal Yahir Gutiérrez cuenta que aún depende de las condiciones y represiones que ha sufrido impuestas por agentes del ESMAD y por la implementada seguridad notablemente superpuesta en la tradicional Plaza de Bolívar.

martes, 7 de agosto de 2007

FELIZ CUMPLE BOGOTÁ


CELEBRIDADES PRESENTES EN FESTIVAL DE VERANO

GRAN IMITADOR CALIENTA LA NOCHE CAPITALINA

Camilo Cifuentes fue el encargado de culminar la noche del domingo cinco de agosto, sorprendentes imitaciones de reconocidos personajes conmemoraron el cumpleaños número 469 de Bogotá.


Indudablemente el público estuvo reducido, las razones probablemente pudieron ser muchas, entre ellas el insoportable frio del domingo cinco de agosto cuando después de la elección y coronación de la Señorita Bogotá 2007 se festejaría el cumpleaños capitalino en nombre de personajes de Europa y América, todos reunidos en el mismo cuerpo del imitador colombiano Camilo Cifuentes.

Haciendo caso omiso al cronograma de la versión 11 del Festival de Verano donde decía claramente: “Humor de Verano” a las 6:30 pm, se dio inicio al show de Camilo Cifuentes y sus músicos a las 7:30 de la noche con la personificación de Cheo Feliciano.

Continuó con la imitación de Julio Iglesias seguido por el venezolano José Luís Rodríguez a voz de su canción “Bogotá soy su amigo”. El público se conectó sorprendente con el talento presente y se hizo partícipe de sus muy bien entonadas canciones y sus inexplicables cambios de personalidad en menos de un minuto.

Desde Argentina nos acompañó Sandro y por la Costa Atlántica colombiana Diomedes Díaz, caracterizado por sus sentimentales canciones y sus comunes escándalos en plenos actos musicales.

Con la continua repetición de la frase: “El aplauso es el alimento espiritual del artista”, los músicos de Cifuentes vincularon a los asistentes, que aunque pocos, no se desplazaron del lugar a pesar del frio que invadía la ciudad a altas horas de la noche, pero que se encontraba iluminada ahora por las cómicas imitaciones presentadas en tarima de la plaza de eventos del parque Simón Bolívar.

A medida que el tiempo pasaba las interpretaciones eran cada vez más idénticas, pasando desde Vicente y su hijo Alejandro Fernández hasta los colombianos Juanes y Cabas, el público cantaba como si se encontrase en un auténtico concierto de dichos artistas.

Llegó Ricky Martín y con una hermosa canción ofrecida a la ciudad capital afirmando que es la mejor de la nación cantaban todos el coro: “Bogotá esta noche celebra con amor”, así mismo a voz del samario Carlos Vives que decía: “Bogotá eres mi consentida y que lo sepa todo el mundo”.

Todos ahora hacían parte de la celebración del cumpleaños 469 de Bogotá que durante el mes de agosto en diferentes puntos ofrecerá actividades lúdicas, artísticas, musicales y literarias. Participando así en el desarrollo del actual Festival de Verano.

Homenajeemos todos a nuestra ciudad que cada día luce más merecedora del nombre de capital y aunque de verano tiene muy poco de festival lo tiene todo. FELIZ CUMPLEAÑOS BOGOTÁ.

miércoles, 1 de agosto de 2007

La hinchada antiimperialista


Crónica de un domingo de marzo
La hinchada antiimperialista
Sandra Milena Rueda

Era un día bizarro, un día sin tráfico, un día aterrador, pero aun así los estadios en Bogotá y el país abrían sus puertas a las personas que dejan de lado su rutina y se embarcan en un juego de noventa minutos donde la pasión es el elemento central para entrar en una nueva realidad de resistencia y apoyo a un equipo de fútbol.

El conocido Mister Danger, George W. Bush, visitaba la capital de Colombia, aquella ciudad caracterizada por su constante movimiento y su esencia urbana y afanosa; y llegaba el séptimo día de la semana, llegaba domingo, aquel día considerado por los rolos como de descanso, para algunos de deporte, para otros, un día familiar. Y sin duda alguna para muchos: el día futbolero, el día en que las aficiones se visten de su color representativo y se movilizan masivamente a los estadios.

Por los medios corría el rumor de que por razones de seguridad los partidos de aquel domingo serían aplazados, las vías seguramente estarían intransitables, y la hinchada capitalina, acostumbrada a ver a sus equipos, no podría disfrutar del fútbol como sagradamente lo hacen cada domingo. Pero la decisión fue que sí habría fútbol, pues no le caería mal al emperadorcito que la gente se distrajera mientras él recibía la visita del patrón Bush.

Millonarios se enfrentaría ante el Cúcuta Deportivo en el estadio El Campín, y por su parte, el Independiente Santa Fe jugaría ante Seguros La Equidad en el estadio de Techo. Un hecho pocas veces visto: los dos equipos bogotanos jugarían en su ciudad sin enfrentarse el uno al otro. Un día esperado pero ahora irrumpido por alguien que llegaría del Norte.

Ese triste día de marzo se permitió a la hinchada vivir sus emociones domingueras en sus correspondientes canchas, mientras que en el centro de la ciudad se viviría un hecho histórico, importante para unos y desagradable para otros. Había que estar presente en dos sitios aquel día: el primero, como siempre en la tarde de los domingos: ver al rojo, a Santa Fe. Pero también, un día diferente como éstos, sentía un compromiso con la patria, con mis compañeros estudiantes, con mis familiares y con la sociedad. Debía hacer sentir la voz de la inconformidad de recibir en la ciudad que me vio crecer a aquel señor causante de tantas de mis tristezas diarias al ver las noticias nacionales e internacionales.

Salí aquella mañana decidida a vivir intensamente aquel concurrido domingo. Divisar la calle 26 ese día fue una de las imágenes más impactante de mi vida: los contaminantes buses urbanos no estaban, los ruidosos automóviles no pasaban, no había ciclovía ni transeúntes deportistas. Era una calle desolada, tenebrosa, ligeramente verde, o mejor aún: exageradamente verde: un policía cada diez metros ubicados en los tres andenes de la avenida ocupaban aquella calle por la que circulo diariamente, la misma que en diciembre viste tan bella.

Necesitaba llegar a la 26 con séptima, lugar de concentración de miles de personas que llegaban allí a pronunciarse y a manifestarse en contra de ese gringo, que pasaría a pocos metros en ostentosas limosinas y caravanas.

Empecé a caminar, los policías me dirigían sus miradas como vil sospechosa, había silencio en la calle, pero no un silencio de tranquilidad. Por el contrario, un silencio abrupto y descortés. Pasé por un restaurante que a pesar de tener sus puertas abiertas no tenía clientes, y el cual con pancartas en sus ventanas pronunciaba su desacuerdo con la visita del personaje ya anteriormente dicho.

Después de caminar más de veinte cuadras llegue a un lugar aún mas aterrador pero para mí algo reconfortante, al divisar que no estaba sola, que había personas que no sufren del mal del país: el mal de la indiferencia y del olvido. Todos rodeados por los famosos agentes del Esmad, bien protegidos y frente a frente con valientes muchachos que cubrían sus rostros y, sin armas, desafiaban a los encargados de la seguridad.

El ambiente estaba pesado, nunca había vivido la tan impactante escena de ver un gas lacrimógeno caer a menos de tres pasos de mí, fue inevitable sentir sus efectos, en mi pecho, en mis pulmones, las lágrimas brotaban y a pesar de saber que era consecuencia de aquel maligno gas, también había tristeza en ellos, se me dificultaba respirar. Los protestantes corrían de un lado a otro, todo era nubloso e inentendible para mí, tuve miedo, miedo inexplicable, el miedo lo sentimos todos, y tengo la certeza de que tanto policías como manifestantes sentían el miedo que se respiraba en el lugar.

Salí despavorida de allí, quería ir a ver a Santa Fe, y empecé a caminar de regreso al lugar de dónde partí, un lugar aparentemente seguro: mi hogar. Me movilicé en la tarde al estadio de Ciudad Techo, toda la capital estaba desolada. Al llegar al estadio sentí alivio una vez más, la mancha roja estaba presente a pesar de las dificultades de transporte.

La tribuna llena, los cantos y el bombo retumbaban en mis oídos, y en el sector sur una bandera tricolor se desplegaba con una insignia en letras grandes y negras que decía: “Fuera Bush”. La hinchada cardenal no era indiferente a lo que sucedía en otro punto de la ciudad, y yo una vez más sentí el placer de saber que hay quienes comprenden aquella inconformidad que me aturde y a veces no me deja dormir.

Lastimosamente la realidad de nuestro país en el estadio también se refleja. Un policía prohibió colgar la bandera que posiblemente saldría en los medios y que la hinchada con dedicación había pintado. Un típico final para un típico Colombia, sin dejar a un lado que mientras tanto en Medellín la hinchada de Atlético Nacional sí había podido enviar su mensaje por TV, con un gran trapo que decía: “Fuera Bush. Estudiantes U.N. presentes”.

Al otro día todo era normalidad, los buses de nuevo contaminantes, el tráfico insoportable y la gente continúa pasante en su rutina sin entender que posiblemente algo malo está pasando.